Fama

Isaloni 2016

Jueves, 9:30h de la mañana, mientras los visitantes y clientes se animan a pasar por el stand, comentamos entre los compañeros las últimas “jugadas” de estos días.

Nos sentamos en las Mili&Lalo alrededor de la mesa Rock que, en las últimas ferias, ya es un indispensable. Mariluz, enfrente mía revisa los emails, M.Ángeles a mi derecha lee el último artículo de ANIEME sobre los You&Me y Félix dibuja un nuevo prototipo. Y yo pienso.

Hoy en día en las ferias lo importante ya no es recoger, sino cosechar, empezar a fraguar el interés de los que un día podrían ser nuestros clientes. En mi caso, como “aún nueva” (es la tercera vez que vengo a una feria) he de reconocer que aún me queda mucho que aprender, pero empiezo a creer en el “no hace más quien puede, sino quien quiere”. Me siento afortunada. Nunca me he considerado una persona demasiado segura y quizás es una de las cosas que más envidio de mis compañeros. Supongo que  esta es mi barrera.

Miro a mi alrededor, y siento que para cada uno de nosotros esa  barrera es diferente. Para algunos la suya es separarse de sus hijos toda la semana,  cada tarde cuando cierran la feria para los visitantes, mis compañeros se escapan en alguna esquina aprovechando el wifi del stand para poder hacer skype y ver a los pequeños y no tan pequeños al menos una vez al día.

Otros se dejan la cena a mitad y salen a la calle para hablar con su novia. Y otros, simplemente aguantan toda la semana como un campeón a base de calmantes, por la mala pata de un dolor de muelas, una gripe que empieza el día antes de venir o el dolor de pies, síntoma estrella de las ferias.  

Sigo pensando: las barreras están para saltarlas, o aún mejor, las barreras están para que se levanten cuando te acercas a ellas. Puede que al principio dé miedo, pero una vez al otro lado casi ni te acuerdas de cómo se veía todo antes de intentarlo.